Volver a la vida
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Manifiesto del 12 de octubre de 2009El 12 de octubre de 1492 empezó a cumplirse la profecía: Llegaron los navegantes vestidos que matarían de hambre a nuestros antepasados. Para nuestra desgracia, ese fue el último día en que reinó la libertad en Abya Yala, “tierra madura o tierra viva en flor”, como hoy preferimos llamar a nuestro continente, siguiendo las enseñanzas de nuestros primos, los Kuna panameños.
Recibimos a aquellos hombres como dioses. Los rescatamos de sus naufragios; les construimos fortalezas con los restos de su tecnología; les dimos nuestros bálsamos para aliviar el dolor de la venganza de nuestro ejército de insectos, crustáceos, enfermedades y cemís; los protegimos de la indignación y la furia de nuestros/as dioses/as huracanados/as.
La Nación Taína Arawaka, aposentada en las Antillas Mayores, probable epicentro de la migración y el préstamo permanente de las ideas en el continente, islas de tránsito, labrada pacientemente por más de cinco mil años de tráfago intercontinental, enfrentaba su más vital prueba de fuego.........
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Históricamente somos el producto de un insólito experimento social, sin precedentes en la historia humana: la mestización de los pooles genéticos de tres continentes diferentes.
No obstante, hemos podido preservar dos de las características distintivas de nuestra cultura originaria: el ritmo y la solidaridad, como dice un agudo filósofo dominicano contemporáneo. Parafraseando al poeta y cantautor mayor de la resistencia cultural: El corazón del Pueblo ha conservado su ritmo y ha ido más allá.
Debemos, entonces:
1. Llorar y enterrar a nuestros ancestros, reconocerlos, honrarlos, completar el duelo. Liberarlos, liberarnos, y volver a la vida.
2. Estudiar nuestro pasado, haciendo memoria viva del olvido, viendo en el presente el potencial no aprovechado o desperdiciado. Conocer lo que fuimos y apostar por lo que podemos ser.
3. Abandonar la demonización del pensamiento Occidental como algo necesariamente homogéneo e intrínsecamente inicuo, y la idealización de toda la cultura amerindia y africana como necesariamente homogénea e intrínsecamente inocua.
4. Empezar a reconocer y aceptar la inseparabilidad de nuestras tres raíces etnogenéticas, en igualdad de condiciones. Tenemos que entender el mestizaje como la dinámica sin fin de nuestro continente: la interculturalidad, la utopía de un mundo de paz e igualdad.
¿Por qué es importante en el presente esta recuperación de nuestro pasado?
Porque ella nos dice los límites de nuestro desarrollo, nos revela el horizonte en expansión de nuestra cultura. Y nos recuerda que una casa dividida difícilmente se podrá mantener en pie.
Sólo a través de un proceso de reconciliación, con todos los elementos de los complejos mundos que nos habitan, podremos reemprender la tarea de continuar perfeccionando nuestra cultura.
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