22/10/09

Después de 56 años, la Marcha Mundial es la primera en entrar a la zona desmilitarizada situada entre las dos Coreas



Isabelle Alexandrine Bourgeois
Los marchantes por la paz no vinieron en vano a Corea del Sur. La visita que hicieron al país conocido como “el País de la mañana tranquila”, ha hecho posible que por primera vez se congreguen extranjeros a lo largo de la zona fronteriza entre los dos Estados, llamada “zona desmilitarizada” (DMZ), zona de seguridad donde se concentra un gran número de fuerzas armadas del mundo

Imagen de: Redazione Pressenza
The Base team at the Observatory
PressenzaSeúl, 20/10/09Después de la Segunda Guerra Mundial, Corea se dividió en dos Estados: al sur nos encontramos con la República de Corea, de régimen capitalista y que en la actualidad cuenta con unos 50 millones de habitantes; al norte se sitúa la República Popular Democrática de Corea, de régimen comunista y al menos dos veces menos poblada. Las relaciones entre los dos estados son tensas.El 4 de octubre de 2007, los dos presidentes, el surcoreano Roh Moo-Hyuun y el norcoreano Kim Jong-il firmaron un acuerdo de paz histórico, el que puso fin a la guerra de Corea, que comenzó en el año 1950. En 1953 se firmó un armisticio simple pero desde hace poco, Corea del Norte multiplica las tensiones, principalmente con pruebas nucleares, convirtiéndose en el noveno país ostentador de armas nucleares.
Invitados por los miembros de las organizaciones pacifistas de Corea del Sur, la Marcha Mundial se emocionó con los testimonios compartidos por sus amigos coreanos, aún heridos por décadas de tensión y separación. “Hace más de 50 años que no veo a mi familia, confiesa uno de ellos mirando con emoción hacia el otro lado del río Han que marca la frontera. Tengo esperanzas de volver al lugar donde nací (Corea del Norte) antes de morir”. Los coreanos han manifestado su gratitud por ver a un equipo de manifestantes internacionales que llegan hasta ellos para comprender, compartir y hacer escuchar su drama más allá de las paredes del absurdo, del orgullo y del silencio construido por los hombres. Pero estos mismos hombres pueden también tender puentes y construir un futuro unido y fraternal. El equipo base ha pisado el suelo de Corea con esta intención

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