18/10/09

Carta por un mundo sin violencia


Manifiesto de 19 premios Nobel

La violencia es una enfermedad previsible


Ningún Estado o individuo pueden estar seguros en un mundo inseguro. Los valores de la no violencia, en las intenciones, en los pensamientos y en las prácticas, han pasado de ser una alternativa a una necesidad. Estos valores se expresan en su aplicación entre estados, grupos e individuos.

Estamos convencidos de que la adhesión a los principios de la no violencia introducirá un orden mundial más civilizado y pacifico, en el que sistemas más justos y eficaces de gobernar, respetuosos de la dignidad humana y de la 'sacralidad' de la vida puedan ser una realidad.

Nuestras culturas, nuestras historias y nuestras vidas individuales están interrelacionadas y nuestras acciones son interdependientes. Hoy, como nunca antes, creemos encontrarnos frente a una verdad: el nuestro es un destino común, un destino que será determinado por nuestras intenciones, decisiones y acciones del presente...


Nosotros, Premios Nóbel de la Paz y Organizaciones Nóbel por la Paz,
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Llamamos a la comunidad internacional a favorecer el desarrollo de los siguientes principios:


Primero: En un mundo interdependiente, la prevención y el cese de los conflictos armados entre Estados y dentro de los Estados requiere una acción colectiva de parte de la comunidad internacional. El mejor modo de garantizar la seguridad de los estados individuales es avanzar en la seguridad global humana. Esto requiere reforzar la capacidad de implementación de la ONU y de las organizaciones de cooperación regional.


Segundo: Para lograr un mundo sin violencia, los Estados deben respetar siempre el estado de derecho y honrar sus acuerdos jurídicos.

Tercero: Es esencial encaminarse sin más demoras hacia la eliminación verificable de las armas nucleares y de otras armas de destrucción masiva. Los Estados que detentan tales armas deben dar pasos concretos hacia el desarme y adoptar un sistema de defensa que no se base en la disuasión nuclear. Al mismo tiempo, los Estados deben empeñarse en consolidar un régimen de no proliferación nuclear, reforzando también verificaciones multilaterales, protegiendo el material nuclear y llevando adelante el desarme.

Cuarto: Para reducir la violencia en la sociedad, la producción y la venta de armas pequeñas y ligeras debe reducirse y ser rigurosamente controlada a nivel internacional, estatal, regional y local. Además, debe existir una total y universal aplicación de los acuerdos internacionales en materia de desarme, como por ejemplo el Tratado para la Prohibición de Minas de 1997, y el mantenimiento de nuevos esfuerzos dirigidos a eliminar el impacto de las armas indiscriminadas y activadas por las víctimas, como por ejemplo las bombas de racimo.

Quinto: El terrorismo jamás puede tener justificación, porque la violencia genera violencia y porque ningún acto de terror contra las poblaciones civiles de ningún país puede ser perpetrado en nombre de ninguna causa. La lucha contra el terrorismo no puede, sin embargo, justificar la violación de los derechos humanos, del derecho humanitario internacional, de las normas de la sociedad civil y de la democracia.

Sexto: Poner fin a la violencia doméstica y en las familias exige el respeto incondicional de la igualdad, de la libertad, de la dignidad y de los derechos de las mujeres, de los hombres y de los niños, de parte de todos los individuos e instituciones del estado, de la religión y de la sociedad civil. Tales tutelas deben incorporarse a las leyes y a las convenciones locales e internacionales.

Séptimo: Cada individuo y Estado comparten la responsabilidad de prevenir la violencia contra los niños y los jóvenes, quienes representan nuestro futuro común y nuestro bien más preciado, y promover oportunidades de instrucción, el acceso a la asistencia sanitaria primaria, la seguridad personal, la tutela social y un entorno favorecedor que refuerce la no violencia como estilo de vida y no como sueño utópico. La educación en la paz, la promoción de la no-violencia y el énfasis en la compasión como cualidad innata deben ser parte esencial de los programas educativos a todos los niveles.

Octavo: Prevenir los conflictos derivados del agotamiento de los recursos naturales y, en particular, de las fuentes de agua y de energía exige que los Estados desarrollen un rol activo e instituyan sistemas jurídicos y modelos dedicados a la protección del ambiente y a la contención de su consumo en base a la disponibilidad de los recursos y a las reales necesidades humanas

Noveno: Llamamos a las Naciones Unidas y a sus Estados miembros a promover un reconocimiento significativo de las diversidades étnicas, culturales y religiosas. La regla de Oro de un mundo no violento es: "Trata a los demás como quisieras ser tratado".

Décimo: Los principales instrumentos políticos necesarios para forjar un mundo no violento son las instituciones democráticas eficaces y el diálogo basado en la dignidad, el conocimiento y el compromiso, conducidos por el respeto al equilibrio entre las partes involucradas y, donde sea apropiado, teniendo también presentes los aspectos de la sociedad humana en su totalidad y del ambiente natural en que vive.

Decimoprimero: Todos los Estados, instituciones e individuos deben apoyar los esfuerzos por superar las desigualdades en la distribución de los recursos económicos y resolver grandes iniquidades que crean un terreno fértil para la violencia. La disparidad de condiciones de vida lleva inevitablemente a la falta de oportunidades y, en muchos casos, a la pérdida de esperanza.

Decimosegundo: La sociedad civil, incluidos los defensores de los derechos humanos, los pacifistas y los activistas ambientales, debe ser reconocida y protegida como esencial para la construcción de un mundo no violento, así como todos los gobiernos deben servir a sus propios ciudadanos y no al contrario. Deben crearse las condiciones para permitir y alentar la participación de la sociedad civil, en particular de las mujeres, en los procesos políticos a nivel mundial y local.

Decimotercero: Implementando los principios de esta Carta, nos dirigimos a todos para trabajar juntos por un mundo justo y libre de matanzas, en el que cada uno tenga el derecho a no ser matado y a su vez el deber de no dar muerte a nadie.
Para remediar todas las formas de violencia, alentamos a la investigación científica en los campos de la interacción humana y del dialogo e invitamos a las comunidades académicas, científicas y religiosas a ayudarnos en la transición hacia una sociedad no-violenta y no-asesina.

Firman la Carta para un Mundo sin Violencia
Mairead Corrigan Maguire Su Santidad el Dalai Lama Mikhail Gorbachev Lech Walesa Frederik Willem De Klerk Arzobispo Desmond Mpilo Tutu Jody Williams Shirin Ebadi Mohamed ElBaradei John Hume Carlos Filipe Ximenes Belo Betty Williams Muhammad Yanus Wangari Maathai International Physicians for the Prevention of Nuclear War La Cruz Roja International Atomic Energy Agency American Friends Service Committee International Peace Bureau

texto completo:http://www.marchamundial.es/sitio/index.php?option=com_content&view=article&id=226&Itemid=204

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